Disentir no es delito. Pensar no es traición. Enseñar no debe ser
castigado.
El 12 de junio de 2025, Rodrigo Cabezas — economista, profesor
universitario, académico respetado, exparlamentario de la asamblea
nacional y exministro de Finanzas— fue detenido sin orden judicial
por cuerpos de seguridad del Estado en la ciudad de Maracaibo. Desde
entonces, permanece desaparecido. No se le han imputado cargos ni ha
sido presentado ante un tribunal. Su familia y sus abogados
desconocen su paradero y estado de salud. A pesar de haberse
admitido un recurso de habeas corpus, las autoridades se niegan a
informar su ubicación.
Rodrigo Cabezas es, ante todo, un profesor. Ha formado durante más
de 40 años a generaciones de estudiantes en la Universidad del Zulia
(LUZ). Ha sido reconocido por su rigor, su compromiso ético y su
capacidad para enseñar a pensar con libertad. En sus aulas no se
enseñaba una doctrina, se cultivaba el pensamiento crítico y el
debate respetuoso.
Hoy, su desaparición forzada representa una violación no solo a sus
derechos fundamentales, sino también al derecho de una sociedad a
contar con voces lúcidas y formadoras. Desaparecer a un profesor es
desaparecer una posibilidad de país.
Hoy, su esposa, hijos, familiares, amigos, organizaciones civiles,
profesores y compañeros de lucha exigimos el restablecimiento pleno
de sus derechos civiles y políticos, así como su liberación
inmediata.
Rodrigo Cabezas no ha cometido delito alguno. Es un economista
comprometido con la justicia social cuya bandera siempre ha sido la
honestidad. Fue leal a un proyecto de país, y cuando consideró que
ese proyecto se había desviado de sus principios democráticos y
éticos, alzo su voz con valentía. Como tantos venezolanos, disintió.
Y como tantos otros, ha sido injustamente castigado por ello.
Su caso no es aislado. Se inscribe en una lógica represiva que busca
silenciar la disidencia —desde cualquier lugar del espectro
político— y castigar el pensamiento autónomo. Rodrigo es una figura
emblemática no por haber sido ministro, sino por haber sido un
profesor que pensaba con libertad.
Por eso alzamos la voz. Porque exigir la libertad de Rodrigo Cabezas
es defender el derecho a enseñar, a disentir, y a vivir desde la
libertad del pensamiento.
Hacemos un llamado a las autoridades venezolanas que informen de
inmediato su paradero, garanticen su integridad y procedan a su
liberación. Solicitamos a los organismos internacionales —ONU, CIDH,
OEA— que actúen con urgencia, y a la comunidad democrática
internacional, que no guarde silencio.
Liberen a Rodrigo Cabezas.
No se puede desaparecer a un profesor.